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Prurito sin dermatosis evidente
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Introducción       temario DD Casos clínicos

Dr Xavier Soria. Servicio de Dermatología. Hospital Universitario Arnau de Vilanova de Lleida (actualizado noviembre 2006)

El prurito es el síntoma más frecuente dentro de la patología dermatológica. Puede llegar a producir un importante trastorno de la vida personal y familiar, en ocasiones mayor que el causado por el dolor ya que es más difícil de controlar, y puede ser el síntoma de inicio de una enfermedad sistémica. Lo podríamos definir como la sensación que conduce al deseo de rascarse. Los mecanismos fisopatológicos que lo originan no están claramente definidos, existiendo diversas teorías al respecto. Se ha relacionado con múltiples causas en las que su mecanismo de producción probablemente sea diferente, por lo que es importante en todos los casos intentar llegar a un diagnóstico que permita un tratamiento etiológico.

 

Las causas del prurito de un paciente en el que no encontramos una dermatosis evidente o bien sólo detectamos excoriaciones pueden ser de origen cutáneo, sistémico o medicamentoso. Entre las primeras podemos destacar la xerosis cutánea, el eczema atópico y las parasitosis (escabiosis y pediculosis). Las patologías sistémicas más relacionadas con el prurito son la insuficiencia renal, la colestasis, enfermedades endocrinas como la tirotoxicosis o el hipotiroidismo y neoplasias como la policitemia vera o el linfoma Hodgkin. En algunos casos el prurito es de origen medicamentoso, pudiendo causar prurito la aspirina, la polimixina B, diversos opiáceos y fármacos capaces de inducir colestasis como los anticonceptivos y los anabolizantes, la clorpropamida o el estolato de eritromicina. En muchos de los casos restantes el prurito se considera psicológico.

 

La multiplicidad de causas nos obliga a realizar una evaluación que inicialmente se basará en una anamnesis detallada y una exploración cutánea y sistémica meticulosas. Interrogaremos por fecha de inicio del prurito, severidad, si impide o no conciliar el sueño, localización, predominio horario, relación con actividad física o agentes externos (calor, frío, agua), y aparición de manifestaciones cutáneas durante los episodios de prurito. Preguntaremos asimismo por síntomas sistémicos como pérdida de peso, astenia, fiebre y sobre la toma de fármacos. Es importante también obtener información sobre trabajo, hobbies, contacto con animales, actividad sexual y viajes. La exploración física también será exhaustiva en búsqueda de sequedad cutánea, parásitos, o adenopatías y visceromegalias que nos orientarán hacia la presencia de un tumor maligno subyacente. Como pruebas complementarias solicitaremos una radiografía de tórax y una analítica general que incluya hemograma y bioquímica con determinación de la función hepática, renal y tiroidea. Finalmente, en algunos casos puede estar indicada la realización de una biopsia de la piel pruriginosa aparentemente sana, con le fin de descartar patologías más raras como podría ser prepenfigoide, micosis fungoides o leucemia linfática crónica. Otras pruebas de imagen o más complejas no son aconsejables sin síntomas o signos localizadores. Fake Breitling

  


 
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