Es una dermatitis eczematosa idiopática, para algunos relacionada con el eczema atópico, aunque en algunos casos se desencadena por una dermatitis irritativa de contacto o por una reacción “ide” secundaria a una dermatofitosis en otra parte del cuerpo, en especial una tiña pedis.
Clínicamente se caracteriza por vesículas pequeñas, de 0,5 a 2 mm de diámetro sin base inflamatoria, entre los dedos de manos y pies y en palmas y plantas, de distribución bilateral y simétrica, sobre piel sana o eritematosa. La erupción por lo general es pruriginosa, siendo en ocasiones el prurito muy intenso. Cuando las vesículas se secan dan lugar a descamación anular o escamocostras amarillentas.
Suele evoluacionar a brotes, especialmente en primavera y otoño, y también parece tener relación con el estrés. Por lo general remite en unas semanas, formando collaretes descamativos que desaparecen sin dejar secuelas.
Existen formas graves y extensas, muy persistentes, caracterizadas por placas eritematosas, exudativas, con vesículas, pústulas y escamo-costras en su interior, localizadas más habitualmente en la planta de los pies. Los casos crónicos son muy rebeldes al tratamiento y pueden desarrolar hiperqueratosis y fisuras profundas por lo general dolorosas.